El cuerpo de Cristo, judíos y musulmanes en el siglo XIII
Dominicos y Franciscanos se instalan en varias ciudades. Éstas órdenes no predican (por así decirlo) el Cristianismo anterior, sino que provocan un nuevo orden cristiano, diferente del tradicional. Postulan que no basta con ser cristiano, sino que hay que vivir cristianamente.
Ese vivir cristianamente hace de quién lo practica un ser bueno, verdadero y puro. Ello se concibe como un cuerpo, como una comunidad, como el cuerpo de los cristianos. Queda asimilado al cuerpo de Cristo.
En el siglo XIII queda configurado que al levantar la Hostia y darla a los fieles es el cuerpo de Cristo literalmente lo que se les está dando (transustanciación).
Existe por lo tanto esta cristiandad que forma un cuerpo y existe esta piedad a un cuerpo, al cuerpo de Cristo. Estas dos ideas llegan a confundirse: el cuerpo de cristiano es el cuerpo de Cristo y el cuerpo de Cristo es el «corpus» cristiano. Esa idea de que toda la comunidad es el cuerpo de Cristo, todo el mundo que está dentro de esa comunidad es bueno, verdadero y puro, es una idealización, y es una idealización que implica que hay otros, otros que no son verdaderos, buenos y puros.
Partiendo de esa idea, quedó prohibido beber en el mismo lugar que un judío, bañarse en el mismo lugar que un judío, etc. Es una cristiandad que segrega y excluye para evitar el contacto y la mezcla. Segrega sobre todo a judíos y musulmanes, aunque con diferencias.
La actitud de los cristianos ante la presencia masiva de comunidades judías tras la diáspora irá cambiando. Se observa una creciente difamación, segregación y humillación a partir del siglo XIII.
El judío, para los cristianos, no es bueno, puro y verdadero. En la concepción cristiana, es un cuerpo que no participa de la humanidad (no participa de la naturaleza del cuerpo cristiano). Este es el momento y este es el marco en el que se extiende la idea de que todos los judíos tienen el mismo aspecto (sobre todo la misma nariz), un aspecto feo, una cara que se acerca a lo monstruoso (se trata de dibujar una imagen de lo judío que se aleja de lo humano). Se trata de un incipiente antisemitismo.
A esa imagen de maldad exterior debe corresponderle una serie de malos comportamientos y vicios, como el amor al dinero. A juicio de los cristianos, pues, los judíos no participan de «humanidad», ni de «comunidad», son poderoso y no son inocentes: son percibidos como una amenaza. Son percibidos como una amenaza por su poder, que se cree que viene de una alianza de los judíos con el diablo. Todo ello llega hasta tal punto que se observan en este marco distintas acusaciones de asesinato ritual (se acusa a judíos de matar a niños para hacer el pan ritual).
A juicio de los cristianos, Islam y judaísmo no ocupan el mismo lugar en la historia sagrada. Se concibe a los judíos como asesinos de Dios. Los musulmanes, en cambio, son vistos como la alteridad, los «otros», en términos religiosos, pero no participaron en ese deicidio.
Se asistió a una creciente violencia ritualizada, hasta que en 1391 tras una predicación en Sevilla se mata a todos los judíos que no acceden a convertirse. Esa violencia se extiende a otras zonas de la península. De entre los que se convierten, algunos siguen practicando en secreto su religión, lo cual es castigado por la Inquisición.
Hechiceras, sodomitas y otras minorías fueron perseguidas.